lunes, 25 de febrero de 2013

Vamos

Un día más tengo que levantarme.
Sólo lo hago por mí, pero eso me parece motivo suficiente. Abro los ojos y decido que mitad de mi misma se reflejará en el espejo. No me cuesta decidir, me cuesta que la otra mitad de mí se adapte a esa decisión. (Aquí viene bien una antigua cita de una vieja libreta naranja, pero me he cansado)

Es duro pensar en el futuro que me he visto obligada a rechazar. Pero ahí quedan mis sueños rotos, junto a las lágrimas que nunca derramé. Me duele pensar que ya no hay vuelta atrás, pero es que ya no la hay...
Por eso mi parte dura gana cada noche desde aquel día. 
Pero durante las horas de luz pueden pasar muchas cosas, y justamente hoy ha pasado algo. No es como si fuera algo que no hubiera estado esperando con curiosidad, con desesperación a veces, con miedo en otras... Sabía que pasaría de un momento a otro, pero no tenía ni idea de cómo reaccionaría.

Esos ojos en los que me he visto tantas veces miraban al suelo con todo el peso del mundo sobre ellos. No he podido evitar darme la vuelta y ver cómo se alejaba, una vez más, haciendo trizas los pedazos que quedaban de la que ahora es mi antigua vida. Entonces, a pesar de que he sentido ganas de hacer mil cosas distintas, he hecho lo más inteligente y lo que es mejor para mí. Porque ahora más que nunca voy a ser egoísta, porque el tiempo pasa y llegará el momento en el que realmente no me importe una mierda. 
Hay que dejar que el tiempo obre, yo voy poco a poco, de momento empiezo el día con un "tengo que levantarme".