domingo, 3 de marzo de 2013

Desesperación sin sentido.

Imagina una guerra. Hay soldados jóvenes con ganas de luchar por su país, por su gente, por la familia que les espera en casa. 
De repente se enteran de que las personas que formaban su nación cayeron en los vicios y la locura, y cometieron el suicidio de entregarse al enemigo (quien sin duda acabó con ellos).
Los soldados perplejos, no pueden dar crédito. Podían haber ganado esa batalla o incluso la guerra, pero en cuestión de unos momentos ya no hay nación por la que luchar. Ya no pueden ganar, porque no hay nada que ganar, ni para quién ganarlo. ¿Acaso hay otra opción más que rendirse? Ya no tiene sentido planear otra estrategia. Ya no hay esperanza. Ya no hay casa a la que volver.
Una nación suicida que desaparece en el frente de batalla despreciando a los que por ellos se jugaban la vida allí, y dejando a estos soldados enamorados de su patria sin nada por lo que luchar.