Cuando te das cuenta de que todo lo que un día pensaste que sería genial, no es como creías.
Cuando te arrepientes de no haber dado todo lo que podías haber dado en los momentos más importantes. Es duro mirar atrás y sólo alcanzar a ver las cosas que se han empobrecido. Cuando te chocas con la realidad de lleno, y piensas que no te quedan fuerzas para continuar...
Entonces te encierras en la cárcel de tu alma, con los ojos llenos de lágrimas tapados con las vendas que tú mismo te pones. Piensas, que nada puede cambiar la realidad que vives en ese momento, que no habrá más momentos nunca, que no existe el día de mañana, que tuviste una oportunidad y la desaprovechaste.
Pero en realidad es tan fácil conseguir un impulso, por pequeño que sea, que te empuje hacia adelante... Todo en esta vida te invita a seguir viviendo. Los colores te invitan a descubrir nuevas tonalidades, los aromas a embriagarte de ellos, las miradas a buscarlas entre la multitud. La injusticia del mundo te invita a luchar contra ella, los cánones a ir a contracorriente, las equivocaciones a probar de nuevo y triunfar. La música te invita con sus canciones a conocerla, aprenderla, tocarla hasta la saciedad, aborrecerla y olvidarla, y después volverla a descubrir. La danza, el arte, la literatura, el amor, son cosas bellas e increíbles aunque tengan consecuencias negativas. Todo te invita a luchar y continuar, la vida te reta como si jugara contigo. Como si estuviera esperando a que le sorprendas, para recompensarte cuando lo hagas, por tu gran hazaña. La adversidad puede contrarrestarse. Debemos reirnos de la vida como si estuviéramos locos, en realidad sería lo normal puesto que en esta vida de locos ¿qué otra cosa podemos esperar?
Hay cosas que no son tan importantes como pensamos. Objetos que se pueden reemplazar, millones de personas por conocer, lugares por explorar, años por vivir... Estamos obsesionados con el tiempo, porque no sabemos cuándo nos vamos a morir. Sin embargo, deberíamos estar preparados, sintiéndonos a cada momento a gusto con nuestros actos, nuestra vida y nuestra manera de vivirla. Porque nadie más ve las cosas como nosotros mismos, nadie siente nuestro dolor, ni vive nuestra pasión. Debemos disfrutar cada instante, aprendiendo de ellos todo lo posible. Para que el día de mañana tengamos algo que podamos decir que es nuestro, y de nadie más: nuestra propia vida.
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