Laberintos de palabras enmarañadas cuyo inicio aún no se ha tejido y cuyo final va desapareciendo. Las visualizo en monocromo, y entre ellas, tu sonrisa. De fondo, tu voz pronuncia mi nombre, como ralentizando todo el proceso y sumiéndome en una profunda calma...
Todo ello se convierte de repente en agua que fluye clara, arrastrada hacia algún tipo de laguna por la fuerza que emana de tu cuerpo. Todo va cogiendo color, hasta transformarse en algo lleno de vida.
Las palabras, el tiempo, todo se olvida... ante el poder de tu mirada.
Se convierte en un segundo lo que ha parecido un milenio, y entonces, quiero más.
Me atraes hacia la luz haciéndome descubrir un mundo etéreo del que no quiero marcharme jamás. Es en ese momento cuando puedo darme cuenta, de que lo que hace que las estrellas sean bonitas es que tú las estés mirando... Soy devota de tus besos y adicta a tus caricias. Me das la vida en cada latido de tu corazón.
¿Desvarío? Puede ser. ¿Estoy al borde de la locura? Es probable. ¿Te quiero? Eso seguro.
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