viernes, 6 de enero de 2012

Transparente

Casi como el agua. Sin nada que esconder... y sin nada que mostrar. Vacía, inmóvil... muerta.

A veces me siento como si no fuera nada. Como si toda mi vida pasara y yo no formara parte de ella. Como si todo lo que un día quise se olvidara de que existo. Yo misma me olvido de mí. De lo que soy, de lo que quiero.
Preguntas sin respuesta, pensamientos sin sentido, pura locura. Todo ello viene a mí, y yo lo dejo entrar porque me siento vacía en la soledad. Es difusión simple, evitable. Sin embargo hay veces en las que no soy incapaz de contrarrestarlo. Me lo invento, me lo creo y sufro. En lugar de luchar contra esos pensamientos. En lugar de vivir.
Soy como una marioneta manejada por una sombra. Hago cosas porque se me presentan, pero no tengo ni idea de lo que hago en realidad. No sé controlarme, no sé encontrar una dirección, o ni siquiera buscarla.
Digo que hago lo que hago y pienso lo que pienso porque soy como soy. ¿Qué coño quiere decir eso? Ni yo lo sé.
Sólo sé esperar cosas de la gente, de la vida, y decepcionarme después. Imaginarme un mundo en el que soy feliz, y mirar a través de mis ojos la oscuridad que hay en este. No consigo nada, porque no lo intento. Tampoco tengo fuerzas para intentarlo, porque nada me motiva. Hoy soy un trasto más en mi habitación.

No sé por qué hago las cosas que hago como las hago. Ni por qué quiero hacerlas. Ni por qué no hago otras. Supongo que me resigno a tener lo que hay cuando viene y lo quiero. Pero no me molesto en hacer de eso algo más, o de buscar por mi cuenta lo que quiero yo. Porque no sé lo que quiero. Y me quedo sin saber lo que soy.

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